Publicado el 14/07/2021
Cuando vamos a reemplazar un cristal es muy importante que nos aseguremos de que está correctamente homologado, pero ¿para qué sirve eso?
La homologación es un sello que nos garantiza que el cristal que estamos comprando cumple con todas las normativas europeas (43R), americanas (DOT) o chinas (CCC) dependiendo del mercado donde van a ser utilizados.
Para conseguir este sello, los cristales deben pasar por estrictos controles para garantizar que el cristal cumple con los estándares de calidad y sobre todo, seguridad. Todos los cristales deben someterse a estas pruebas, aunque es cierto que los parabrisas se revisan con mayor atención. De hecho, la mayoría de parabrisas están fabricados en vidrio laminado para evitar que se desprendan y se hagan añicos al romperse pudiendo ocasionar serios daños al conductor y a los ocupantes de la cabina.
Para comprobar que un cristal sigue la normativa que exigen la Unión Europea, debemos fijarnos en el sello serigrafiado con la leyenda "43R" que indica que cumple con el Reglamento nº43 de la Directiva 92/22/CEE, actualizada como 2001/92/CE. El código que vemos a continuación indica la serie de cada homologación.
Los exámenes que deben superar los cristales para conseguir la homologación se centran en los siguientes factores:
- Minimizar los daños en caso de rotura para salvaguardar la integridad de los ocupantes de la cabina o el vehículo.
- Garantizar que el cristal tiene una transparencia óptima y que no interfiere en la visibilidad durante la conducción o el manejo de la máquina.
- Soportar los efectos causados por los agentes externos como viento, lluvia, desprendimientos o impactos y actuar como aislante acústico de ruidos externos.
- En caso de vuelco, el parabrisas cumple una función estructural minimizando la deformación del techo y de la cabina en general.
Por descontado, todos nuestros cristales están homologados y, por lo tanto, cumplen tanto con la normativa europea (43R) como con la americana (DOT). De todos modos, siempre podrás comprobarlo fijándote en el sello serigrafiado en los bordes del cristal.